Cuando el Altar Cruza Fronteras

El Día de Muertos conquista el Mundo

La tradición del Día de Muertos es un canto a la memoria, un puente entre vidas, generaciones y mundos.

Aunque profundamente arraigada en México, con aromas de cempasúchil, copal y risas que atraviesan la última frontera, hoy miles de altares se levantan también en casas, plazas y parlamentos fuera del país.

El altar cruza fronteras, y con él viaja no sólo la forma, sino la esencia de lo que significa “recordar”.


Un ritual que viaja y encuentra nuevo escenario

En octubre de 2025, la sede del Parlamento Europeo en Estrasburgo albergó por primera vez un altar de Día de Muertos con todos sus elementos: flores, velas, retratos y papel picado.

El proyecto, impulsado por la Embajada de México en Bélgica y la misión mexicana ante el Consejo de Europa, fue oficialmente inaugurado por la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, junto con autoridades mexicanas.

Este hecho simboliza mucho más que un acto diplomático: es la celebración de una tradición que se abre al mundo, un acto de orgullo cultural y un recordatorio de que nuestras creencias, ritos y símbolos merecen ser vistos, reconocidos y compartidos.

“Ha llegado el momento de dar el salto a otro nivel …”, declaró von der Leyen al inaugurar el altar.

Ofrenda mexicana en el Parlamento Europeo en Estrasburg


Del hogar mexicano al mundo moderno

Pero no solo los recintos oficiales adoptan esta tradición: también los mexicanos que viven en otros países llevan consigo la chispa del altarcito, esa ofrenda íntima que honra a sus difuntos.

Un reportaje reciente relata el caso de una pareja mexicano-estadounidense que desde Tucson, Arizona, organiza talleres y altares públicos para su comunidad e inmigrantes que extrañan sus raíces.

En sus altares aparecen vasos, bebidas, flores, recuerdos personales —todo cargado de simbolismo— y en su manifiesto está claro: no es “Halloween”, no es solo “decoración”, es memoria viva, hogar convertido en altar en otra tierra.


Orgullo, identidad y la magia de compartir

Compartir esta tradición más allá de México es un acto de orgullo: decir “esto soy yo/mis raíces” y abrirlo al mundo. La magia del Día de Muertos —esa mezcla de lágrimas y celebración, de riesgo y ternura— tiene algo que fascina: lo ancestral, lo místico, lo humano en su forma más pura.

Ver un altar mexicano en un parlamento europeo o en un barrio en los EE. UU. es ver la identidad decir: “aquí estamos”, sin pedir permiso.

Y en ese cruce de fronteras hay autenticidad: los pétalos de naranja que guían al alma, el vaso de agua que espera, el pan que comparte sabor, la foto que convoca presencia.


Retos y preguntas para la reflexión

  • ¿Cómo podemos asegurarnos de que esta expansión sea respetuosa con el origen y no solo una “exhibición de exotismo”?
  • Al trasladar el altar a otro contexto cultural, ¿qué se adapta y qué se mantiene sin perder su sentido?
  • Para los mexicanos en el extranjero: ¿la ofrenda es también un acto de resistencia, de afirmación de identidad, de memoria viva?

Este 2 de noviembre, cuando levantes tu ofrenda —o al verla en alguna plaza internacional— recuerda: no es solo un altar, es un acto de presencia. Un puente que conecta casa, memoria y mundo.

Y cuando el mundo lo abraza, nosotros lo seguimos haciendo nuestro. Porque cruzar fronteras no significa perder raíces, sino mostrarlas con orgullo.

¿Qué significa para ti llevar tu tradición al extranjero? ¿Cómo lo haces tú? Comparte tu altar, rememora a tus seres queridos, y hagamos que ese puente siga vivo.

Autor

  • ¡Hola! soy Ilse Zamora, Ingeniera en Tecnologías de la información y creadora de contenidos. Me encanta escribir artículos que ayuden a enriquecer las mentes de todas aquellas personas que buscan respuestas sobre temas de negocios, emprendimiento y diseño web.

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